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Protocolo aproximación diagnóstica mono/poliartritis


 

Protocolo aproximación diagnóstica mono/poliartritis

B. Díaz-Delgado Menéndez(1), A. Remesal Camba(2).
(1)Hospital Universitario Severo Ochoa. Madrid. (2)Hospital Universitario La Paz. Madrid

 

Fecha de recepción: 03-01-2024
Fecha de publicación: 31 de marzo 2024

 

Adolescere 2024; XII (1): 79-87

 

Resumen

La cojera y otros síntomas musculoesqueléticos son una causa frecuente de consulta en Pediatría, a veces como consecuencia de una artritis. Se entiende por artritis o sinovitis a la tumefacción articular (presencia de derrame sinovial) o la combinación de dolor y limitación de la movilidad articular, excluyendo alteraciones mecánicas(1). Es importante diferenciar clínicamente la artritis de las artralgias, donde solo hay dolor articular sin inflamación ni limitación, así como de la limitación articular no dolorosa, que puede ser de origen constitucional, traumático o relacionada con trastornos del desarrollo sin presentar inflamación(2). Las artritis cuando aparecen en la artritis idiopática juvenil se clasifican en oligoartritis (afectando hasta 4 articulaciones) y poliartritis (afectando 5 articulaciones o más). La monoartritis (afectación de una articulación) es, por tanto, considerada una forma de oligoartritis. La presencia de artritis en pacientes en edad pediátrica puede deberse a múltiples etiologías, incluyendo: infecciosa, postinfecciosa, reumatológica, traumática e incluso tumoral(3). Las características clínicas y la exploración física, combinadas con las pruebas de laboratorio, microbiológicas y de imagen, son fundamentales para establecer el diagnóstico correcto.

Palabras clave: Monoartritis; Poliartritis; Artritis idiopática juvenil; Artritis séptica; Sinovitis transitoria de cadera.

Abstract

Limping and other musculoskeletal symptoms are common complaints in paediatric prac-tice, and in some cases are caused by arthritis. Arthritis or synovitis is understood as joint swelling (presence of synovial effusion), and/or limited range of motion accompanied by pain, which is not due to primary mechanical disorders. It is important to clinically differentiate arthritis from arthralgias, where there is only joint pain without inflammation or limitation, as well as from non-painful joint limitation, which may be of constitutional, traumatic or related to developmental disorders without inflammation(2). When arthritis is part of juvenile idiopathic arthritis, it can be classified into oligoarthritis (affecting up to 4 joints) and polyarthritis (affecting 5 or more joints). Monoarthritis (involvement of one joint) is therefore considered a form of oligoarthritis. The differential diagnosis of arthritis is broad and mainly includes infectious, inflammatory, orthopaedic and malignant aetiologies(3). The findings of the history taking and physical examination can help select additional diagnostic tests to achieve an accurate diagnosis and guide clinical decision-making.

Key words: Monoarthritis; Polyarthritis; Juvenile idiopathic arthritis; Septic arthritis; Transient hip synovitis.

 

Introducción

La artritis se define como tumefacción articular (presencia de derrame sinovial) o la combinación de dolor y limitación a la movilidad articular, no producida por alteraciones mecánicas

La artritis en el paciente pediátrico constituye un motivo de consulta que precisa un abordaje temprano para detectar aquellas causas en las que es necesaria una intervención urgente.
El diagnóstico diferencial es amplio e incluye etiologías infecciosa, inflamatoria, traumatológica y tumoral(3), siendo la anamnesis y la exploración física las principales herramientas para orientar las exploraciones complementarias adecuadas.

Se entiende por artritis o sinovitis a la tumefacción articular y/o al menos dos de los siguientes: limitación de la movilidad, dolor y calor. Las artritis cuando aparecen en la artritis idiopática juvenil se clasifican en oligoartritis (afectando hasta 4 articulaciones) y poliartritis (afectando 5 articulaciones o más). La monoartritis (afectación de una articulación) es, por tanto, considerada una forma de oligoartritis(1). No debe confundirse con las artralgias en las cuales existe dolor articular, pero sin asociar tumefacción ni limitación articular.

Anamnesis

El abordaje diagnóstico inicial de la artritis debe incluir, además de una adecuada anamnesis y exploración física, la realización de analítica de sangre (hemograma, bioquímica con PCR y VSG) y si es accesible, una ecografía articular para confirmar la presencia de líquido sinovial

Ante un paciente con artritis, debemos profundizar en los siguientes aspectos(1,2):

Ante una monoartritis aguda en paciente adolescente, con febrícula o fiebre y/o elevación de reactantes de fase aguda, debe sospecharse una artritis séptica, precisando artrocentesis mediante punción con aguja para estudio citoquímico y microbiológico del líquido sinovial. Las características del líquido orientarán al diagnóstico etiológico aunque no son patognomónicas

Ante sospecha de artritis séptica, deberán recogerse hemocultivo y cultivo de líquido sinovial e iniciar antibioterapia empírica intravenosa u oral individualizando en cada caso

  • Cronología. El tiempo de evolución orientará la sospecha diagnóstica según se trate de una artritis aguda o crónica. En artritis de poco tiempo de evolución, en concreto en las monoartritis, debemos descartar la artritis séptica (origen bacteriano). Por el contrario, la persistencia en el tiempo de una artritis, debe hacernos pensar en patología crónica y debe ser valorada por un reumatólogo.
  • Ritmo e intensidad del dolor. Las artritis de origen infeccioso (viral o bacteriano) suelen ser más dolorosas. En las artritis inflamatorias crónicas, el dolor puede no ser tan evidente, pero destaca la rigidez matutina, un síntoma cardinal. Por otro lado, las artritis inflamatorias empeoran tras el reposo y mejoran con la actividad (ritmo inflamatorio del dolor; mientras que el dolor de ritmo mecánico empeora con la actividad física y mejora con el reposo).

Además, habrá que interrogar sobre el impacto de los síntomas en la vida cotidiana: evaluar cómo la artritis afecta las actividades habituales del paciente, si provoca cojera, si ha tenido que dejar de ir al colegio o al instituto y si ha dejado de hacer actividades que hacía habitualmente.

  • Síntomas asociados. Se debe interrogar sobre los síntomas o signos asociados y sobre eventos previos.
    • Fiebre: su presencia, especialmente en monoartritis, y la asociación con antecedentes de heridas penetrantes y otras infecciones contiguas (como una celulitis), puede indicar la posibilidad de artritis séptica. Habrá que interrogar además sobre conductas sexuales de riesgo que pudieran orientar a etiología infecciosa.
    • Infecciones previas:
      • Las gastroenteritis enteroinvasivas y las infecciones genitourinarias pueden preceder a las artritis reactivas.
      • Antecedente de faringoamigdalitis estreptocócica: suele ser un precursor común antes de la aparición de la artritis postestreptocócica y de la fiebre reumática (excepcional en nuestro tiempo dado el diagnóstico y tratamiento temprano de las infecciones por estreptococo).
      • Antecedente de cuadro de infección respiratoria de vías altas: tiene importancia en el desarrollo de la sinovitis transitoria de cadera (STC), no obstante, es excepcional en población adolescente y no debemos pensar en ella como primera posibilidad por encima de los 10 años de edad.
    • Síntomas sistémicos. La presencia de febrícula, astenia, pérdida de peso o irritabilidad puede sugerir la existencia de un proceso tumoral subyacente.
    • Fiebre alta persistente y exantema. En pacientes con artritis y estos síntomas, es importante considerar la artritis idiopática juvenil (AIJ) de inicio sistémico.
    • Entesitis: la asociación con entesitis, así como la coexistencia con otras enfermedades, como psoriasis o uveítis anterior aguda sintomática, también se ha observado en distintas categorías de AIJ.
    • Antecedente traumático: la artritis traumática es poco común en niños por debajo de los 10 años, pero sí es posible en traumatismos de alto impacto en población adolescente, aunque siempre es preciso descartar otras causas pues no justifica necesariamente la aparición de artritis. En ocasiones el traumatismo en forma de caída no es causa sino consecuencia de la artritis.
  • El patrón de inicio en las poliartritis puede manifestarse de diversas maneras:
    • Inicio simultáneo: implica la afectación de múltiples articulaciones al mismo tiempo, lo que puede ser indicativo de artritis de origen viral.
    • Inicio aditivo: en este caso, se caracteriza por la progresiva adición de articulaciones inflamadas a las ya afectadas, como se observa en la AIJ.
    • Inicio migratorio: se refiere a la artritis que “salta” de unas articulaciones a otras en un patrón cambiante, como se presenta en la fiebre reumática.
  • Antecedentes familiares. Investigar si existen antecedentes de enfermedades autoinmunes o autoinflamatorias en familiares cercanos, haciendo hincapié en la presencia de psoriasis, enfermedad inflamatoria intestinal o espondiloartropatías en la familia.

Exploración física

a) Exploración general

La AIJ es la enfermedad reumática más frecuente en la edad pediátrica. Para realizar el diagnóstico se requiere la presencia de artritis en un paciente menor de 16 años, durante un periodo de tiempo de al menos 6 semanas habiéndose descartado otras enfermedades

Es necesario realizar un examen físico completo, el cual, junto a la anamnesis, orientará al diagnóstico etiológico. Entre los datos relevantes que podemos encontrar se encuentran:

  • Alteraciones cutáneas. Son frecuentes las manifestaciones dermatológicas en distintas enfermedades reumáticas. La AIJ sistémica suele asociarse a un exantema específico, la presencia de psoriasis puede determinar el diagnóstico de artritis psoriásica, y la urticaria provoca tumefacción periarticular que puede interpretarse erróneamente como artritis. Por otro lado, los hematomas en localizaciones inusuales pueden obedecer a un trastorno de coagulación, produciendo hemartros.

En todo paciente con artritis dolorosa, debe investigarse la presencia de heridas cutáneas o dermatitis activa, que puedan haber servido de puerta de entrada de gérmenes al torrente sanguíneo.

  • Visceromegalias y adenopatías. La palpación abdominal siempre debe realizarse, siendo relativamente frecuente el hallazgo de hepato y/o esplenomegalia en algunas artritis víricas, enfermedades autoinflamatorias, síndrome de activación macrofágica (complicación de la AIJ sistémica) y en procesos linfoproliferativos, entidades todas ellas que pueden presentarse con artritis.
  • Auscultación cardiopulmonar que sugiera infección intercurrente o estado hiperdinámico (presente en diferentes enfermedades inflamatorias).
  • Otros signos de enfermedad sistémica. La debilidad muscular se puede asociar a miopatías inflamatorias, mientras que las aftas orales, el exantema malar o las placas de alopecia a un lupus eritematoso sistémico.

b) Exploración del sistema músculo-esquelético(4)

  • La actitud espontánea que adopta el paciente es importante: con frecuencia muestra una postura antiálgica protegiendo las zonas dolorosas.
  • Debemos examinar sistemáticamente todas las articulaciones dejando las dolorosas para el final.
  • En articulaciones profundas como la cadera, no vamos a observar tumefacción y la sospecha de artritis se hará por la limitación de la movilidad, sobre todo rotación interna, externa y abducción

  • A la exploración, la artritis va a presentarse como tumefacción articular o limitación dolorosa al rango articular. En articulaciones profundas, como la cadera, no vamos a observar tumefacción y la sospecha de artritis se objetiva con la limitación del rango de movilidad, sobre todo las rotaciones externa e interna y la abducción. Hasta un 30 % de los pacientes con artritis de cadera refiere el dolor en región anterior de muslo o rodilla ipsilateral (dolor irradiado), por lo que es fundamental realizar una exploración completa, independientemente de la presencia de dolor en otras localizaciones. Por este motivo, se debe explorar siempre todo el eje de carga (cadera-rodilla-tobillo-pie) comparándolo con el contralateral, no doloroso, que servirá como referencia.
  • Resulta útil comparar la articulación afectada con la contralateral sana para detectar diferencias sutiles de temperatura, color, tamaño o movilidad.
  • Debe observarse la piel suprayacente en búsqueda de signos inflamatorios. La asociación de eritema con tumefacción articular suele corresponder a inflamación subcutánea periarticular (falsa artritis), como en el caso de celulitis o urticaria. El hallazgo de posibles puertas de entrada (picaduras, heridas) orienta, como se ha indicado previamente, a la etiología séptica de la artritis.
  • Ciertos signos indican cronicidad de una artritis como la dismetría, la hipotrofia de grupos musculares y la deformidad

  • Existen ciertos signos que indican la cronicidad de una artritis: la dismetría (mayor crecimiento de la extremidad afecta como consecuencia de la mayor vascularización secundaria a la inflamación), la hipotrofia de grupos musculares respecto a la extremidad contralateral sana y las deformidades (valgo, varo) son los más habituales.
  • Siempre debe explorarse la marcha, y ciertas maniobras (salto, cuclillas, andar de puntillas o talones) ayudan a localizar la región afectada cuando ésta no es evidente.
  • El pGALS (pediatricGait, Arms, Legs, Spine) es una herramienta sencilla que permite explorar de forma completa y en pocos minutos el sistema músculo-esquelético del niño.

Exploraciones complementarias

Las pruebas que se deben solicitar ante un niño con inflamación articular dependen de la sospecha diagnóstica a la que se haya llegado después de realizar una anamnesis dirigida y una exploración física detallada. No existe como tal una batería de pruebas que sea aplicable a todos los casos(1).

A continuación se enumeran las exploraciones que suelen formar parte del estudio de la mayoría de los pacientes con artritis, y se detalla el interés de otras pruebas en determinadas situaciones. Es importante conocer que el diagnóstico de AIJ, enfermedad reumática más frecuente en el niño, se alcanza mediante exclusión de otras etiologías.

Si bien toda artritis en el niño precisa realizar análisis de sangre y frecuentemente de líquido articular, la STC es la excepción que confirma la regla, siendo suficiente un estudio de imagen para diferenciarla de otros procesos ortopédicos y siendo ésta excepcional en la adolescencia.

a) Laboratorio

  • La realización de una analítica de sangre se recomienda en todo paciente con artritis, ya sea oligoarticular o poliarticular, excepto en casos de existir una alta sospecha de STC. El abordaje diagnóstico de la artritis en edad pediátrica debe incluir hemograma, bioquímica que incluya función hepática y renal y determinación de velocidad de sedimentación globular (VSG) y Proteína C Reactiva (PCR) como reactantes de fase aguda. Además, en función de la clínica asociada, debe solicitarse un frotis de sangre periférica y una LDH para descartar procesos linfoproliferativos.
  • El estudio de parámetros inmunológicos sólo debe considerarse ante sospecha de artritis inflamatoria crónica, e incluye los anticuerpos antinucleares (ANA), el HLA B27 y el factor reumatoide (FR). Todos ellos pueden estar presentes en niños sanos, sin ser por tanto específicos de enfermedad reumática, no obstante, intervienen en la clasificación de la AIJ en sus diferentes categorías.
  • El análisis citoquímico del líquido articular ofrece información sobre la etiología de la artritis

  • Análisis del líquido sinovial: el análisis citoquímico del líquido articular también ofrece información sobre la posible etiología de la artritis. Se recomienda la realización de artrocentesis en todo paciente con monoartritis dolorosa de inicio reciente (excepto en pacientes mayores de 3 años con sospecha de STC), oligoartritis con fiebre y afectación importante del estado general, así como en artritis (oligoarticulares o poliarticulares) de curso crónico. Las características del líquido articular según etiología se recogen en la Tabla I.

b) Microbiología

  • Anticuerpos antiestreptolisina (ASLO). Indican únicamente infección reciente por Streptococcus pyogenes, pero en ausencia de sospecha de fiebre reumática su valor diagnóstico es escaso y hay que interpretarlo con cautela.
  • Las serologías de virus más frecuentes, a menudo son útiles en el diagnóstico de la artritis vírica.
  • Cultivos de sangre y líquido sinovial: necesarios ante sospecha de artritis séptica, deben sembrarse en los medios habituales y en los específicos para gérmenes de crecimiento lento (micobacterias). Las técnicas de amplificación genómica son de especial utilidad, si están disponibles, para el aislamiento microbiológico en las artritis sépticas.
  • Otras pruebas: en el estudio de artritis post-infecciosas o reactivas es útil la búsqueda de
    S. pyogenes en frotis faríngeo (artritis postestreptocócica), el coprocultivo o cultivo de exudado genito-urinario (artritis reactivas).
  • El Mantoux, o las técnicas IGRA (interferón gamma reléase assays) juegan su papel en el diagnóstico de ciertas artritis persistentes.

c) Pruebas de imagen

  • Radiografía convencional. No aporta mucha información en el estudio de las artritis, donde habitualmente es normal. Se debe realizar cuando se sospecha una etiología traumática y puede ser útil en el estudio de patología sistémica con artritis asociada (radiografía de tórax para valorar serositis o adenopatías mediastínicas). Por otro lado, también tiene interés en el estudio de las artritis crónicas puesto que la actividad inflamatoria persistente produce con el tiempo disminución del espacio articular, erosiones y alteración en el crecimiento óseo.
  • La ecografía se recomienda como primera aproximación en todo paciente con sospecha de artritis

    • Ecografía. Se trata de una exploración inocua, barata y accesible que está cobrando cada vez más protagonismo en la práctica diaria del reumatólogo infantil. Ha demostrado tener más sensibilidad que la exploración física en la detección de artritis, por lo que se recomienda su realización como primera aproximación en todo paciente con sospecha de artritis.
    • Resonancia magnética. Se trata de una exploración eficaz en el estudio de artritis, principalmente en aquellos casos con evolución desfavorable. Se recomienda su realización en: monoartritis crónica, posible etiología infecciosa, tumoral o traumática, o en aquellos pacientes con evolución tórpida a pesar del tratamiento dirigido según sospecha diagnóstica inicial. Frente a la ecografía, tiene las desventajas de ser más cara, menos accesible y precisar de sedación en los niños de menor edad.

    Diagnóstico diferencial de las artritis

    Ver Tabla II.

    Algoritmos de manejo de monoartritis y poliartritis

    Ver Figuras 1 y 2.

     

    Tablas y figuras

    Tabla I. Características del líquido articular

    Líquido Articular

    Normal

    Infeccioso

    Inflamatorio

    Traumático

    Color

    Claro

    Turbio

    +/-

    +/-

    Leucocitos/mm3

    <200

    >50.000

    2.000-50.000

    10-25.000

    Neutrófilos (%)

    <25

    >90

    50-80

    10-30

    Glucosa mg/dl

    80-100

    <20

    20-50

    >50

    Coágulo de mucina

    Bueno

    Pobre

    Pobre

    Pobre

    Elaboración propia.

    Tabla II. Diagnóstico diferencial de la artritis en pediatría

    DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS ARTRITIS

    MONOARTRITIS

    OLIGO O POLIARTRITIS

    • RELACIONADAS CON LA INFECCIÓN:
      • Artritis séptica(6,7,8): es la inflamación articular debida a una infección bacteriana, siendo los miembros inferiores la localización más frecuente. Aunque a nivel global, el S. aureus es el principal agente causal de infecciones osteoarticulares en todas las edades, en los últimos años se ha identificado a Kingella kingae como el agente etiológico principal en pacientes con edad comprendida entre 6 meses y 4 años. También habrá que considerar Neisseria gonorrhoeae en adolescentes activos sexualmente.

      Es necesaria la sospecha precoz de esta entidad para realizar artrocentesis de forma temprana: diagnóstica (análisis citoquímico y microbiológico de líquido sinovial) y terapéutica (irrigación con suero salino del contenido purulento) y debe iniciarse antibioterapia intravenosa empírica precozmente ante la sospecha de la misma.

    • INFLAMATORIAS:
      • Sinovitis transitoria de cadera: edad típica de 3 a 10 años. Muy rara en adolescentes.
      • Artritis idiopática juvenil (AIJ)(5): artritis de curso persistente de más de 6 semanas de evolución, en niños menores de 16 años, en los cuales se han descartado de manera razonable otras posibles etiologías. Es común a todas las formas clínicas la presencia de rigidez matutina, mientras que el dolor articular no es tan intenso como en otros tipos de artritis (séptica, vírica).

      Se detalla más esta entidad en el tema correspondiente del número actual de la revista.

    • RELACIONADAS CON LA INFECCIÓN:
      • Artritis vírica: causa más frecuente de poliartritis en el niño. Poliartritis dolorosa de instauración brusca, acompañada de síntomas correspondientes a infección vírica y analítica acorde. Su curso es autolimitado y en el diagnóstico es útil la realización de serologías: parvovirus B19, CMV, VEB, VHS, VHB.
      • Artritis reactiva: Se produce tras una infección entérica por Shigella, Salmonella o Campylobacter, o en adolescentes sexualmente activos tras infección genitourinaria por Chlamydia trachomatis, Neisseria gonorrhoeae o Ureaplasma urealyticum. El germen causante no se sitúa dentro de la articulación, sino que produce su inflamación a distancia, de forma reactiva, y por mecanismos etiopatogénicos no bien esclarecidos, aunque es conocida la asociación con el HLA-B27.
      • Fiebre reumática: Es una enfermedad inflamatoria que puede afectar a varios órganos o sistemas, desencadenada por la respuesta autoinmune exagerada que algunos individuos susceptibles presentan entre 2 y 3 semanas después de una infección por S. pyogenes.
      • Artritis reactiva postestreptocócica(9): artritis de una o más articulaciones asociada a infección reciente por estreptococo del grupo A en un paciente que no cumple criterios de fiebre reumática. Aparece en los primeros 10 días tras la infección, no suele ser migratoria sino persistente o recurrente, y la respuesta a AINEs es pobre.

    MONOARTRITIS

    OLIGO O POLIARTRITIS

    • Enfermedad inflamatoria intestinal: la artritis es la manifestación extradigestiva más frecuente en la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
    • TRAUMÁTICAS:

      No son frecuentes en edad pediátrica
      (< 8-10 años).

      Para el diagnóstico son claves el análisis del líquido articular y la RMN.

    • TUMORALES:

      Benignas

      • Sinovitis villonodular pigmentaria: cursa con artritis recidivante (más frecuente de rodilla).
      • Hemangioma sinovial: raro en niños. Puede presentarse como hemartros recidivante.

      Malignas

      • Sarcoma sinovial: muy infrecuente.
      • Tumores óseos: como el osteosarcoma o el sarcoma de Ewing, pueden asociar inflamación local, pudiendo aparecer excepcionalmente artritis en casos de afectación de hueso intraarticular. La presencia de dolor intenso, persistente, de predominio nocturno, así como la evolución tórpida y respuesta insuficiente a analgésicos habituales, deben ponernos en alerta.
    • OTROS:
      • Hemofilia y otros trastornos de la coagulación: hemartros recidivante. Debut de 3 a 9 años. Muy rara en adolescentes.
    • FALSAS ARTRITIS:
      • Urticaria. Esta entidad tan frecuente en los niños produce tumefacción subcutánea, a menudo periarticular, que provoca dolor a la movilización de la articulación por lo que puede interpretarse de forma errónea como artritis.
      • Celulitis infecciosa. De forma similar a la descrita en el caso de urticaria.
      • Púrpura de Schönlein-Henoch. El exantema purpúrico con frecuencia se asocia o viene precedido de inflamación subcutánea que, como en los supuestos anteriores, se confunde con artritis. No obstante, si bien esta vasculitis puede cursar con una verdadera afectación articular, lo hace muy raramente.

      Las patologías que cursan con hiperlaxitud articular, los síndromes de amplificación del dolor o ciertas displasias óseas también se pueden confundir con artritis.

    • INFLAMATORIAS:
      • AIJ oligoarticular (<5 articulaciones) o poliarticular (5 o más articulaciones). La AIJ sistémica, es otro subtipo de AIJ aunque se considera una enfermedad autoinflamatoria. Cursa con inflamación sistémica asociada a la artritis: fiebre alta en picos, exantema evanescente asalmonado y serositis. Existe frecuentemente hepato y/o esplenomegalia, y la artritis puede no estar presente al comienzo del cuadro retrasando el diagnóstico.
      • Conectivopatías: lupus eritematoso sistémico [LES], dermatomiositis juvenil [DMJ], …. Suelen cursar como poliartritis y asocian otros síntomas sistémicos característicos.
      • Enfermedades autoinflamatorias: enfermedades muy poco frecuentes que cursan con inflamación sistémica que puede ser persistente desde el debut, o recurrente y que se manifiesta a nivel de distintos órganos o sistemas. La artritis puede formar parte del conjunto de síntomas con los que debutan o cursan algunas de estas enfermedades.
      • Enfermedad inflamatoria intestinal.
    • TUMORALES:
      • La leucemia linfoblástica aguda(10) es la que más frecuentemente causa dolor musculoesquelético. Se produce por la infiltración tumoral de la médula ósea a nivel de las metáfisis de huesos largos, y solo en ocasiones existe una verdadera artritis con derrame sinovial. El dolor es característicamente muy intenso desproporcionado para los hallazgos del examen físico, y de localización yuxtarticular.
      • Neuroblastoma. Alrededor del 55 % de los pacientes presentan metástasis al diagnóstico. La enfermedad se disemina a los ganglios linfáticos locorregionales o por vía hematógena a huesos y médula ósea. Las metástasis óseas causan dolor, irritabilidad, inflamación y cojera.
    • OTRAS:
      • Otras enfermedades sistémicas que pueden producir poliartritis son la enfermedad del suero, la anemia de células falciformes, las mucopolisacaridosis, la policondritis recidivante o la camptodactilia.

    Elaboración propia.

     

    Figura 1: Manejo de la monoartritis

     

    Figura 2: Manejo de la oligoartritis y poliartritis

     

    Bibliografía

    1. Alcobendas Rueda RM, de Inocencio Arocena J. Diagnóstico diferencial de artritis. Pediatr Integral. 2022; XXVI (3):125-131.
    2. Murias Loza S, Alcobendas Rueda RM, Udaondo Gascón C. Artritis. Diagnóstico diferencial. Protoc diagn ter pediatr. 2020; 2:17-26.
    3. Haines KA. The approach to the child with joint complaints. Pediatr Clin North Am. 2018; 65: 623-38.
    4. Remesal A, de Inocencio J. Exploración articular en Pediatría. Disponible en: https://www.aepap.org/sites/default/files/4t2.8_exploracion_articular_en_pediatria.pdf. Consultado el 20 de noviembre de 2021.
    5. De Inocencio J, Udaondo C. Artritis idiopática juvenil. Criterios de clasificación. Índices de actividad. Protoc diagn ter pediatr. 2020; 2: 27-36
    6. Saavedra-Lozano J, Falup-Pecurariu O, Faust SN, Girschick H, Hartwig N, Kaplan S, et al. Bone and joint infections. Pediatr Infect Dis J. 2017; 36: 788- 99.
    7. Alcobendas R, Murias S, Remesal A, Calvo C. The Contemporary Microbiology of Osteoarticular Infections in Young Children. Pediatr Infect Dis J. 2017 Jun;36(6):621.
    8. Cabello Blanco J, Cuesta Rodríguez M, Manzarbeitia Arroba P, Garlito Díaz H. Infecciones óseas: artritis, osteomielitis, piomiositis, espondilodiscitis. Adolescere. 2023; XI(3):64-72.
    9. Ahmed S, Padhan P, Misra R, Danda D. Update on Post-Streptococcal Reactive Arthritis: Narrative Review of a Forgotten Disease. Curr Rheumatol Rep. 2021; 23: 19.
    10. Brix N, Rosthøj S, Glerup M, Hasle H, Herlin T. Identifying acute lymphoblastic leukemia mimicking juvenile idiopathic arthritis in children. PLoS One. 2020; 15: e0237530.

    No existen conflictos de interés en la realización de este artículo.

     

     

Infecciones óseas: artritis, osteomielitis, piomiositis, espondilodiscitis


 

Infecciones óseas: artritis, osteomielitis, piomiositis, espondilodiscitis

J. Cabello Blanco(1), M. Cuesta Rodríguez(2), P. Manzarbeitia Arroba(3), H. Garlito Díaz(4)
(1)Hospital Universitario La Paz. Sección Traumatología Infantil. Madrid. (2)Pediatría Centro Salud Colmenar Viejo Sur, Colmenar Viejo. Madrid. (3,4)Servicio de Traumatología Infantil Hospital Infantil Niño Jesús, Madrid

 

Fecha de recepción: 17-07-2023
Fecha de publicación: 31-10-2023

 

Adolescere 2023; XI(3): 64-72

 

Resumen

Las infecciones musculoesqueléticas en la adolescencia varían en su forma de presentación ya que cualquier articulación, músculo o hueso puede afectarse. Las pruebas de imagen son necesarias para limitar el alcance de la afectación especialmente en casos no respondedores a antibioterapia. El tratamiento será multidisciplinar entre cirujanos y pediatras, especialmente en casos no respondedores y pacientes con implantes. El tratamiento precoz y el diagnóstico diferencial con otras entidades puede suponer un reto diagnóstico y terapéutico, debiendo descartar patología oncológica.

Palabras clave: Osteomielitis; Artritis séptica; Piomiositis; Infección musculoesquelética.

Abstract

Pediatric musculoskeletal infections vary in presentation as any joint, muscle or bone may be affected. Advanced imaging tests are needed to further delimit extension of cases resistant to antibiotherapy. Multidisciplinary teams between surgeons and paediatricians are needed, especially for those cases with metallic implants or those non-responders. Prompt treatment and differential diagnosis are sometimes challenging, and effort must be taken to rule out oncologic pathology.

Key words: Osteomyelitis; Septic arthritis; Pyomyositis; Musculoskeletal infection.

Introducción

Las infecciones musculoesqueléticas en la adolescencia son particulares por su menor frecuencia y por los, en ocasiones, difíciles diagnósticos diferenciales. El espectro de presentación es amplio, desde pequeños abscesos intraóseos con poca clínica respondedores a antibiótico hasta grandes pandiafisitis, complicadas en casos de material de osteosíntesis.

La presencia de fisis abiertas condiciona el tratamiento en ciertos casos con afectación cerca de la fisis. En ocasiones es necesario cirugía ortopédica compleja para tratar las secuelas de la infección.

Es necesario trabajo multidisciplinar de pediatría, cirugía ortopédica, radiología, microbiología y anatomía patológica para ofrecer los mejores resultados

El tratamiento precoz y dirigido será el objetivo del facultativo, que actuará en la medida de lo posible en equipos multidisciplinares con pediatras, cirujanos ortopédicos, radiólogos, microbiólogos y patólogos.

No es el objetivo de este tema el tratamiento de las infecciones en lactantes ni menores de 5 años, sino en adolescentes. Son conceptos similares, pero variarán ciertos detalles del manejo antibiótico y quirúrgico.

Osteomielitis

El pus en la articulación daña de manera irreversible el cartílago. El hueso en la osteomielitis regenera mejor

La osteomielitis en adolescentes puede originarse por vía hematógena o bien por infección postraumática o bien postquirúrgica. La magnitud de la afectación dependerá de la agresividad del patógeno y del tiempo hasta tratamiento, siendo en general infecciones lentas, de evolución en semanas, algunas incluso meses.

En casos agudos piensa en S.aureus. En infecciones crónicas amplía el espectro, incluso piensa en M.tuberculosis en afectación vertebral

El patógeno más frecuentemente implicado es el Staphylococcus aureus en las hematógenas (cepas sensibles SAMS), pero otros organismos deben ser sospechados según el origen de la infección. De este modo una infección postquirúrgica suele venir asociada a S. epidermidis o aureus y una infección postraumática dependerá del medio donde se produzca la herida. En casos de origen en zonas con alta tasa de S. aureus resistente a meticilina (SARM) como Estados Unidos, Latinoamérica o Europa del este habrá que valorar este agente etiológico. La variante de S. Aureus productor de toxinas PVL (proteína pantón-valentine) es infrecuente en nuestro medio pero se debe considerar en casos de “metástasis” sépticas a otros huesos, donde resulta especialmente osteolítico(1).

Exploración física

El síntoma característico es el dolor. Cuanto más cerca del periostio suelen cursar con más dolor, que se exacerba si rompe cortical e irrita periostio directamente. A mayor magnitud de afectación ósea, hay mayor respuesta de partes blandas y aparecerá edema, aumento de temperatura y tumoración local. Cuando la articulación está libre de infección, no debería ser especialmente doloroso el rango articular, que sí que es típicamente sintomático en casos de artritis séptica.

En infecciones de curso lento no siempre está presente la fiebre, o si está no cursa con fiebre alta. El mal estado general y fiebre alta nos debe hacer sospechar en una infección que se ha pasado a tejidos blandos o a la articulación.

Si no hay buena evolución tras los primeros días de antibiótico, vuelve a pensar, vuelve a hacer imagen, vuelve a biopsiar o vuelve a abrir

Diagnóstico

La primera aproximación a un dolor óseo localizado es una radiografía. La imagen lítica geográfica y la reacción perióstica nos pueden hacer sospechar. Imágenes apolilladas, permeativas, con grandes reacciones periósticas nos plantearán diagnóstico oncológico.

Mientras que en una articulación debemos ser rápidos en tratar la infección por deterioro del cartílago articular, en el caso de una osteomielitis el tiempo apremia menos y podemos esperar unos días si fuera necesario para tener una resonancia magnética (RM). La RM con y sin contraste es la prueba de elección para delimitar la extensión de la osteomielitis y realizar el diagnóstico diferencial con los tumores.

La gammagrafía muestra aumento captación local, con buena sensibilidad pero baja especificidad. Se emplea cuando es más rápida su disponibilidad que la RM o se sospecha afectación multifocal u oncológica.

Los hemocultivos solo son positivos en 30-50 % de los casos mientras que el rendimiento del cultivo de material de biopsia es mayor(1). Por ello, si hay dudas diagnósticas o la evolución con un tratamiento empírico inicial no es buena, se debe indicar biopsia guiada por TAC o bien por ecografía si hay absceso subperióstico localizable en la ecografía. En caso de biopsia, debemos retirar tratamiento antibiótico con la suficiente antelación para no bajar rendimiento del cultivo, o incluso planear la biopsia antes de iniciar el tratamiento antibiótico.

Los reactantes de fase aguda proteína C reactiva (PCR) y velocidad de sedimentación están generalmente aumentados, pero hay en torno a un tercio de osteomielitis que no aumentan sus valores (los casos más crónicos), o bien en las fases iniciales no aumentan los valores. Usaremos el valor de la PCR en esos casos en los que sí aumente para monitorizar la evolución del tratamiento, disminuyendo sus niveles hasta normalizarse a los 7-10 días de tratamiento antibiótico (si hay cirugía el efecto de la cirugía tamiza la bajada de PCR).

Tratamiento

En ausencia de absceso en pruebas de imagen, el tratamiento antibiótico se inicia, de acuerdo con el equipo de infecciosas, en función de la sospecha etiológica. Para osteomielitis es de elección el tratamiento intravenoso, aunque se ha descrito éxito en casos de Brodie sin afectación sistémica con tratamiento exclusivamente oral(2).

La duración del tratamiento varía según los protocolos. En el contexto histórico de malos resultados se optaba por tratamientos prolongados de meses. Desde el empleo de la RM para descartar los casos con colecciones drenables (y que no evolucionaban bien con tratamiento antibiótico) podemos optar por terapias menos largas y vigiladas según parámetros analíticos (PCR, VSG), clínicos (dolor, rango articular) y de imagen (controles con RM y radiografía). Se describen distintas pautas que combinan en torno a una semana de antibiótico intravenoso con 2-5 semanas más de tratamiento oral(3,4). Microorganismos más resistentes o productores de toxinas necesitan duraciones más largas(1).

La elección del antibiótico en ausencia de antibiograma será de manera empírica con cefalosporinas de primera generación (mucha experiencia en nuestro medio con cefadroxilo oral) o cloxacilina en casos de staphylococos sensibles (MSSA) o bien clindamicina o vancomicina en sospecha de staphylococo resistente (MRSA) (Tabla I). El enfoque del tratamiento empírico será en función de las recomendaciones del centro según el porcentaje de resistencias detectadas en microbiología y de la sospecha etiológica, por ejemplo, el conocimiento de infecciones en la familia del paciente por tener un portador de bacterias resistentes por comorbilidades o originarse de una zona endémica de patógenos menos frecuentes en nuestro medio(1,5).

El tratamiento adyuvante con antiinflamatorios y analgésicos está recomendado, no así el uso de corticoides. El consenso actual contempla usar corticoides solo en casos de infecciones confirmadas con gran componente inflamatorio(1).

El papel de la radiología intervencionista está en la biopsia de aquellos casos con imagen dudosa en RM o de cara a cultivo para antibioterapia dirigida. La cirugía está indicada en casos con abscesos formados, para drenaje, como es el caso de abscesos subperiósticos o bien en artritis sépticas que se complican a abscesos óseos por proximidad. Se estima en el 90 % de casos tratables solo con antibioterapia(1,3).

Absceso Brodie

La duración del tratamiento para infecciones musculoes-queléticas es de semanas. Una intravenoso y dos o más orales

Se trata de una osteomielitis subaguda en la zona metafisaria de huesos largos, típicamente en fémur y tibia y en regiones alrededor de la fisis, pasando a ambos lados en ocasiones. Son infecciones muy larvadas, de meses de evolución y que no siempre cursan con elevación de reactantes ni fiebre. Es típico el dolor leve, con el estiramiento de musculatura perilesional. En ocasiones cojera e inflamación local(2).

A nivel radiológico se presenta como una lesión lítica geográfica metafisaria, con imágenes características en la RM (Figura 1).

El tratamiento clásico es el drenaje quirúrgico, seguido de tratamiento antibiótico intravenoso y posteriormente oral en ciclos y elección de antibiótico como las osteomielitis agudas. El riesgo de lesión fisaria en el tratamiento quirúrgico cuando el absceso está en contacto con la fisis es muy alto y se intenta una primera fase de tratamiento con antibiótico.

Pandiafisitis

Se hace referencia aquí a un estadío avanzado de la osteomielitis, cuando se cronifica y afecta a una gran longitud de la diáfisis de los huesos largos. Es, por tanto, una osteomielitis crónica que cursa con cambios anatómicos óseos. Hay grandes reacciones periósticas que forman hueso nuevo (involucro) alrededor de zonas de hueso muerto (secuestro óseo).

Las partes blandas están afectadas, con tumoración en todo el miembro, eritema y presencia habitualmente de fístulas (Figura 2).

Cuando están muy evolucionadas, el diagnóstico radiológico y clínico es evidente, pero en una fase sin fístulas las imágenes radiológicas son muy parecidas a las de un sarcoma de Ewing diafisario. La biopsia se vuelve entonces necesaria, incluso repitiendo biopsia unas semanas más tarde. Los autores cuentan con experiencia de casos diagnosticados de osteomielitis que en una segunda biopsia semanas más tarde se realiza cambio de diagnóstico a sarcoma de Ewing.

Las infecciones muy crónicas con necrosis necesitan tratamientos con resecciones casi tumorales del hueso necrótico ya que allí no llegaría el antibiótico

Hay que entender que las zonas de hueso muerto tienen carga bacteriana pero no tienen biodisponibilidad de antibiótico ya que no tienen vascularización. Por esta razón, se asocia tratamiento antibiótico intravenoso y oral prolongado (ya no semanas como en las osteomielitis agudas sino meses) junto con cirugía de resección de zonas necróticas. En ocasiones, se tratan de manera casi oncológica, haciendo resecciones completas de grandes segmentos óseos (Figura 2) que generan defectos segmentarios subsidiarios de complejas reconstrucciones de injertos óseos.

Diagnóstico diferencial

Merece un apartado especial el diagnóstico diferencial, siendo común la confusión entre ciertas entidades de distinto pronóstico y tratamiento.

La clínica es característica de que algo está ocurriendo pero no nos vale para el diagnóstico ya que no es constante la presencia de fiebre en la infección ósea. Asimismo, no todas las infecciones óseas cursan con parámetros analíticos VSG y PCR elevadas.

Hay dos entidades típicas que hay que tener en mente en el diagnóstico diferencial: sarcoma de Ewing y la osteomielitis crónica multifocal recurrente (el primer episodio, cuando aún no sabes que es multifocal ni recurrente). La RM no siempre es capaz de diferenciarlas y la biopsia se hace necesaria (Figura 3).

Ciertas osteomielitis son realmente confusas con el sarcoma de Ewing así que cultiva lo que biopsies y biopsia lo que cultives

En los procedimientos de biopsia se realiza una toma de muestra con aguja gruesa para mandar un cilindro a anatomía patológica y otro a microbiología. Según la zona de la biopsia, en un caso de sarcoma (punción no arrastra centro sarcoma y se queda en hueso periférico) podemos encontrar cambios óseos reactivos y por lo tanto obtener un informe de infiltrado mononuclear inflamatorio crónico. En esos casos la microbiología será negativa, pero también es negativa en la osteomielitis aséptica recurrente y en alguna infección, bien por ser muy crónica o por haber estado “contaminada” con antibiótico antes de la toma de muestra.

Artritis séptica

Las infecciones articulares son una urgencia ortopédica ya que la presencia de material purulento (y las proteasas secretadas por los macrófagos) dañan de manera irreversible el cartílago articular. Lo hacen de manera aguda y a distancia en el tiempo. Tras infecciones graves articulares son típicas las osteocondritis disecantes múltiples en el primer año de la infección. La diseminación por contigüidad de una artritis séptica genera abscesos intraóseos periarticulares e incluso puede progresar a piomiositis con grave afectación del estado general (Figura 4).

Las artritis sépticas son típicas en niños pequeños más que en adolescentes, sin embargo, los casos que vemos en adolescentes suelen responder menos a tratamiento antibiótico exclusivo y necesitan drenaje quirúrgico(5). El patógeno más frecuentemente implicado en artritis sépticas en adolescentes es S. aureus(6).

Las artritis sépticas en adolescentes suelen responder menos al tratamiento antibiótico exclusivo, y necesitan drenaje quirúrgico

El diagnóstico viene dado por la clínica (dolor al mover la articulación, derrame articular, fiebre), el aumento de reactantes de fase aguda, la ecografía articular con derrame presente y la artrocentesis de material purulento. El análisis del líquido articular verá elevadas las proteínas y células. La presencia de cocos grampositivos es detectable rápidamente en la urgencia, sin embargo el cultivo tardará unos días, en los que el paciente debería estar en tratamiento activo ya.

El primer pilar del tratamiento es evacuar el material purulento de la articulación. Hay tres métodos con una misma filosofía de lavado: la artroscopia articular, la artrotomía y el lavado por artrocentesis. Los dos primeros necesitan de un quirófano y cirujano ortopédico. El lavado por artrocentesis puede hacerse por un pediatra en sala de sedaciones. Los dos primeros son lavados más definitivos, con grandes cantidades de suero que arrastran el material purulento. El lavado por artrocentesis elimina el material presente que sea capaz de salir a través de la aguja. Necesita varias sedaciones para ir eliminando el derrame articular según se va produciendo. A este respecto técnico existen discrepancias entre la perspectiva del cirujano ortopédico y del pediatra. En el caso de optar por lavados con artrocentesis, si los reactantes no bajan y la clínica no mejora se debe ampliar estudio con RM para valorar la presencia de abscesos periarticulares óseos o a musculatura (Figura 4). Tras el estudio, la cirugía con artrotomía o artroscopia no debería demorarse. Incluso en casos tratados inicialmente con cirugía abierta, la ausencia de buena evolución en 2-3 días será indicación de hacer RM y en ciertos casos nueva cirugía.

El segundo pilar es el tratamiento antibiótico. Será empírico dirigido contra Staphylococos, hasta disponer de antibiograma. Idealmente la artrocentesis será previa a la introducción del antibiótico. Hay consenso en iniciar tratamiento intravenoso y pasar a oral cuando quede probada la buena evolución clínica, hasta completar 2-3 semanas. En casos de asociación a osteomielitis se prolonga hasta las 4-8 semanas(6).

Espondilodiscitis

La espondilodiscitis en adolescentes cursa con dolor local con fiebre, elevación de reactantes y pruebas complementarias de imagen. El agente etiológico más frecuente es el S.aureus

En las infecciones vertebrales, hay un espectro de infecciones entre la osteomielitis vertebral (“espóndilo”) y la infección del disco (“discitis”). Nos referimos a espondilodiscitis, asumiendo que vértebra y disco pueden estar implicadas.

Son infecciones propias de la edad infantil más que la adolescencia. En niños pequeños el diagnóstico necesita cierta sospecha por dificultades en comunicar los síntomas y nos fijamos en cosas como dificultad para sentarse, cojera o malestar general. En adolescentes la comunicación del dolor local con fiebre, elevación de reactantes y pruebas complementarias de imagen compatibles hacen menos difícil el diagnóstico, pero en casos menos agudos pueden pasar semanas hasta el diagnóstico.

El tratamiento sigue los mismos principios explicados en el tema: introducción precoz de antibiótico, toma de muestra y/o drenaje si hay absceso evidente en pruebas de imagen. Mantenimiento de antibioterapia semanas, oral cuando haya buena evolución.

Las infecciones más frecuentes son agudas o subagudas, con S.aureus como agente etiológico más frecuente y contra quién se dirigirá la antibioterapia empírica. Los casos crónicos pueden estar causados por M.tuberculosis(7).

Piomiositis

Las piomiositis son infecciones infrecuentes. El diagnóstico es clínico, analítico y pruebas de imagen (RM o ecografía o tomografía axial)

Tras haber comprendido el funcionamiento patológico y terapeútico del resto de las infecciones esqueléticas, es fácil comprender el esquema terapeútico y diagnóstico de las infecciones de planos profundos.

Son infecciones infrecuentes de manera aislada, pero sí pueden estar presentes acompañando a artritis sépticas complicadas.

El diagnóstico es clínico (dolor, aumento temperatura, impotencia funcional), analítico (aumento de reactantes) y basado en pruebas de imagen (RM preferido pero si no hay disponibilidad se emplea ecografía o tomografía axial).

Es deseable obtener muestra antes de iniciar tratamiento empírico. En ausencia de colecciones el tratamiento se inicia con antibioterapia intravenosa dirigida contra staphylococos(8). Si hay colecciones, de nuevo, primero drenaje quirúrgico y luego continuar con antibioterapia (Figura 5). Cuando llegue el resultado del cultivo se cambia a antibiótico dirigido. La duración intravenosa dependerá de la evolución clínica. Continuaremos 2-3 semanas oral.

 

Tablas y figuras

Tabla I. Tratamiento antibiótico en la osteomielitis aguda

ANTIBIÓTICO EMPÍRICO

EPIDEMIOLOGÍA

DOSIS
(MG/KG/DÍA)

MÁXIMO DIARIO

PENETRACIÓN
ÓSEA (%)

Cefalosporina
1º generación

Prevalencia MSSA en la comunidad > 90%

> 150 en
4 dosis

2-4g

6-7

Cloxacilina

Prevalencia MSSA en la comunidad > 90%

< 200 en
4 dosis

8-12g

15-17

Clindamicina

Prevalencia MRSA en la comunidad > 10% y resistencias a S. Aureus < 10%

> 40 en
4 dosis

3g

65-78

Vancomicina

Prevalencia MRSA en la comunidad > 10% y resistencias a S. Aureus > 10%

> 40 en
4 dosis

Ajuste niveles 15-20 microg/ml

5-67

Linezolid

No respuesta a
Vancomicina

30 en
3 dosis

1,2g

40-51

Modificada de Peltola H, Pääkkönen M. Acute osteomyelitis in children. N Engl J Med(3).

Figura 1.

A) Corte sagital RM en T2 con lesión hiperintensa atravesando fisis femoral compatible con absceso de Brodie. B) Mismo absceso de Brodie visto en corte coronal T2. C) Absceso de Brodie en tibia distal visible en radiografía simple como lesión lítica geográfica.

Figura 2.

A) Osteomielitis crónica de peroné con gran engrosamiento por reacción perióstica crónica. B) Mismo caso tratado con resección de peroné. C) Osteomielitis crónica con gran secuestro óseo. D) Aspecto clínico del caso de la radiografía C con drenaje espontáneo de hueso muerto a través de defecto cutáneo.

Figura 3.

A) Sarcoma de Ewing diafisario de fémur confundido pese a RM como infección y drenado (y contaminado) quirúrgicamente. B y C) Osteomielitis crónica multifocal recurrente (OCMR) con típico debut esternoclavicular, biopsiada con TAC. D) Osteomielitis con gran reacción perióstica asemejando a un sarcoma. E) Reacción perióstica en peroné tercio proximal, con RM informada como osteomielitis o sarcoma, biopsiada con resultado inflamatorio crónico y tratada con antibióticos sin mejoría. Una segunda biopsia semanas más tarde demostró que era un sarcoma de Ewing.

Figura 4.

A) RM, corte coronal en T2 realizado 12 meses tras artritis séptica por herida con madera en la rodilla, desarrollo de osteocondritis y grave destrucción del cartílago. En la imagen coronal ha desaparecido el cóndilo lateral y parte de la zona de carga medial. B) Artritis séptica por pseudomona en una gran quemada, mala evolución y realización de RM que evidencia comunicación de pus intrarticular a bursa prepatellar y extensión a rótula con osteolisis de rótula.

Figura 5.

A) Piomiositis en obturador interno, absceso visible en corte coronal T2 de RM. B) Toma de muestra guiado con TAC y colocación de drenaje guiado con TAC.

 

Bibliografía

1. Saavedra-Lozano J, Calvo C, Huguet Carol R, Rodrigo C, Núñez E, Obando I, et al. Documento de consenso SEIP-SERPE-SEOP sobre el tratamiento de la osteomielitis aguda y artritis séptica no complicadas. An Pediatría. 2015;82(4):273.e1-273.e10.

2. Quintana-Ortega C, Rimbau Serrano I, Remesal A, Murias S, Cabello J, Calvo C. Exclusively oral antibiotic therapy for Brodie’s abscess in a pediatric patient. Rev Colomb Reumatol. 2021;(x x):2–5.

3. Peltola H, Pääkkönen M. Acute osteomyelitis in children. N Engl J Med [Internet]. 2014 Jan 23;370(4):352–60. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24450893.

4. Pääkkönen M, Peltola H. Bone and Joint Infections. Pediatr Clin North Am [Internet]. Elsevier Inc; 2013;60(2):425–36. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.pcl.2012.12.006.

5. Molina Amores C ARB. Artritis séptica. En Guía-ABE Infecc en Pediatría Guía rápida para la selección del Trat Antimicrob empírico. 2022.

6. DePaola K, Fernicola J, Collins C. Pediatric Musculoskeletal Infections. Pediatr Clin North Am [Internet]. Elsevier Inc; 2020;67(1):59–69. Available from: https://doi.org/10.1016/j.pcl.2019.09.001.

7. Cavalieri S, Pessina B, Indolfi G, Galli L, Trapani S. Spondylodiscitis in Pediatric Age: A Retrospective Cohort Study. Pediatr Infect Dis J. 2022;41(7):530–6.

8. Hannon M, Lyons T. Pediatric musculoskeletal infections. Curr Opin Pediatr. 2023;Publish Ah:309–15.